Burbujas de luz arribaron, en la absorbible capa de
confusiones,
atravesando enfurecidas palabras de quienes las matizan de aire
y
siendo ligerezas, por fin cubrieron mi mente dentro de 50 milenios.
Resplandeciente, humilde y totalmente paralizadora,
es Dios de sensatos frutos
de la noche,
aquella baja en agonía valija que recuerda un te amaré,
pasándose
del presente, sutilmente despojándose de la validez de
sus entrañables
palabras, hacia un jamás que petrifica el contar de las horas.
KJ